jueves, 27 de noviembre de 2008
miércoles, 26 de noviembre de 2008
martes, 25 de noviembre de 2008
gestos
Vieron esa gente que en lugar de decir "no te entiendo"...
tuercen la nariz como si olieran mierda, juntan las cejas, achican los ojos, acercan la boca a la frente y emiten un murmullo que denota incomprensión, todo eso en un instante?
No son bastante garcas esos?
tuercen la nariz como si olieran mierda, juntan las cejas, achican los ojos, acercan la boca a la frente y emiten un murmullo que denota incomprensión, todo eso en un instante?
No son bastante garcas esos?
transgresión
Todas las tardes escucho jugar a los pibitos que se juntan abajo del departamento. Tienen, promedio, diez años. Y siempre se me escapa una exclamación de susanita.
-Loco, estos pendejos son re mal hablados!- Dije la otra tarde. Y al instante escuché el insulto de uno de ellos hacia otro que se estaba alejando. Le gritó “Tu mamá es re tetona!” y todos se rieron como chicharras.
-Loco, estos pendejos son re mal hablados!- Dije la otra tarde. Y al instante escuché el insulto de uno de ellos hacia otro que se estaba alejando. Le gritó “Tu mamá es re tetona!” y todos se rieron como chicharras.
viernes, 21 de noviembre de 2008
ego post
Mi mochila
Un tupper con milanesas de pollo. Otro con zanahoria rallada, huevo duro y tomate. Un mate y una bombilla. Una botella chica de agua. Mp3 roto. Mp4 sin batería. Auriculares. Cable USB. Celular y cargador. Pastillas anticonceptivas. Un apunte de Periodismo y Literatura. Un cuaderno oficio. Un cuaderno Gloria tapa dura. Cepillo de dientes y dentífrico. DNI. Un resaltador que me dieron en el trabajo. Tres biromes. Un paquete de galletitas de agua. Un encendedor. Una receta de galletitas que vino con el mate cocido. Un protector diario. Tickets viejos.
Por cierto, no añoro esas épocas en que a estas listas se agregaban un par de medias y un conjunto de ropa interior.
Un tupper con milanesas de pollo. Otro con zanahoria rallada, huevo duro y tomate. Un mate y una bombilla. Una botella chica de agua. Mp3 roto. Mp4 sin batería. Auriculares. Cable USB. Celular y cargador. Pastillas anticonceptivas. Un apunte de Periodismo y Literatura. Un cuaderno oficio. Un cuaderno Gloria tapa dura. Cepillo de dientes y dentífrico. DNI. Un resaltador que me dieron en el trabajo. Tres biromes. Un paquete de galletitas de agua. Un encendedor. Una receta de galletitas que vino con el mate cocido. Un protector diario. Tickets viejos.
Por cierto, no añoro esas épocas en que a estas listas se agregaban un par de medias y un conjunto de ropa interior.
ilegal
Un hombre murió asfixiado al tragarse una bolsa de marihuana que llevaba entre sus ropas para no ser descubierto durante una requisa policial en la ciudad mendocina de San Rafael.
http://www.diarionorte.com/noticia.php?numero=26862
http://www.diarionorte.com/noticia.php?numero=26862
martes, 18 de noviembre de 2008
acerca del cómo
Yo sé que perdí el equilibrio, que durante la caída tiré el cenicero que estaba apoyado en una pared chiquita de la cocina y que mi talón se encontró de frente march con un vidrio, vidrio gruesito de cenicero.
Durante el tropiezo di un gritito. A los segundos apareció mi amado y me dijo
Estás bien?
El había tardado en llegar y me pareció que eso le quitaba gravedad al asunto.
Sí, le dije.
Yo, que soy cobardona, que si veo sangre tengo arcadas, que no puedo ver una película de terror completa, me acuerdo en ese momento de una vez que a mi papá se le cayó un cuchillo de punta entre el dedo gordo del pie y el de al lado. Le salía sangre como un chorrito a presión y mi mamá se descompuso y él decía que no era nada, que no sea boluda, que me agarré un vaso y por eso sangra así.
Yo me acuerdo de eso y le digo que no es nada, pero ya tengo el pie caliente de sangre y en la cocina se hace un charco. Y la cocina es chiquita y me quedo mirando la sangre que parece tanta en un lugar minúsculo y él me saca de ahí y me pone una gasa con alcohol y le digo que no para de sangrar y me dice pero tapalo, hacé que se corte y yo estoy convencida de que eso no debe poder hacerse y pese a todo no me descompongo y pienso en eso –que no me descompongo, qué extraño.
Me convence de ir a la salita. No sé si me convence él o esa cosita –como la punta de un grano duro- que asoma de la herida. Tengo miedo de que me haya quedado algo adentro. Mientras tanto él se precipita a limpiar la sangre de la cocina y yo hago otro charquito en el living.
Vienen a buscarnos y ya no sangra.
La salita es linda, eso pienso cuando llego. La médica me habla de usted y parece apurada. algo inexplicable porque el lugar está desolado. Me mira el pie y dice lo que no quiero: hay que coserme. Nunca me cosieron. Me hacen acostar boca abajo, levanto el pie.
Ahora va a sentir un ardor, anuncia, y no sé por qué percibo que me miente. No es miedo; es como oler que me mintió. Si me hubiera dicho te va a doler un poco porque te voy a meter una aguja en la herida, yo no hubiera dado ese grito tan animal, como sólo pensé que iba a gritar en parto.
Me sostienen mucho más fuerte y lo peor, me dan la parte de la anestesia que no había entrado. Farfullo algo así como escandalosa, y espero la aguja con calma. Mi papá tiene las plantas del pie suavecitas: las mías son durísimas –andar en pata no es gratis para la coquetería- y no sé por qué estoy convencida de que no me va a doler tanto. Con un ay y un la reconcha de la lora sobrellevo las dos puntadas. Se va la doctora que me trata de usted y las enfermeras se ponen diligentes para limpiarme y vendarme.
Qué te pasó?
Estaba limpiando la cocina y…
Y no me dejan terminar, ay, dicen y como que me siento mimada porque además las señoras son gordas.
Ahora me están por poner la antitetánica –va en el traste en dos tandas- y la chica es simpática, entonces nos ponemos a hablar y le cuento que hace unas semanas me abrí la frente con la heladera. (Nada grosso, me quedó una marquita entre los ojos que además me gusta)
A veces uno está predispuesto a los accidentes, me psicologiza. Me callo. Prefiero que piense que soy una pirucha, si le cuento que me golpeé la frente a causa de lo exuberante de mis carcajadas va a pensar que soy una pelotuda y siempre prefiero lo primero.
Después el accidente viene a vos: buscar un papel y tener que maniobrar lo que siempre es automático: ir al médico para que certifiquen lo que vos certificás con el cuerpo que se resiente; sentirte un boludo, que es lo más molesto. En fin, ahora estoy liberando la casa de accidentabilidades. Cuídense.
Durante el tropiezo di un gritito. A los segundos apareció mi amado y me dijo
Estás bien?
El había tardado en llegar y me pareció que eso le quitaba gravedad al asunto.
Sí, le dije.
Yo, que soy cobardona, que si veo sangre tengo arcadas, que no puedo ver una película de terror completa, me acuerdo en ese momento de una vez que a mi papá se le cayó un cuchillo de punta entre el dedo gordo del pie y el de al lado. Le salía sangre como un chorrito a presión y mi mamá se descompuso y él decía que no era nada, que no sea boluda, que me agarré un vaso y por eso sangra así.
Yo me acuerdo de eso y le digo que no es nada, pero ya tengo el pie caliente de sangre y en la cocina se hace un charco. Y la cocina es chiquita y me quedo mirando la sangre que parece tanta en un lugar minúsculo y él me saca de ahí y me pone una gasa con alcohol y le digo que no para de sangrar y me dice pero tapalo, hacé que se corte y yo estoy convencida de que eso no debe poder hacerse y pese a todo no me descompongo y pienso en eso –que no me descompongo, qué extraño.
Me convence de ir a la salita. No sé si me convence él o esa cosita –como la punta de un grano duro- que asoma de la herida. Tengo miedo de que me haya quedado algo adentro. Mientras tanto él se precipita a limpiar la sangre de la cocina y yo hago otro charquito en el living.
Vienen a buscarnos y ya no sangra.
La salita es linda, eso pienso cuando llego. La médica me habla de usted y parece apurada. algo inexplicable porque el lugar está desolado. Me mira el pie y dice lo que no quiero: hay que coserme. Nunca me cosieron. Me hacen acostar boca abajo, levanto el pie.
Ahora va a sentir un ardor, anuncia, y no sé por qué percibo que me miente. No es miedo; es como oler que me mintió. Si me hubiera dicho te va a doler un poco porque te voy a meter una aguja en la herida, yo no hubiera dado ese grito tan animal, como sólo pensé que iba a gritar en parto.
Me sostienen mucho más fuerte y lo peor, me dan la parte de la anestesia que no había entrado. Farfullo algo así como escandalosa, y espero la aguja con calma. Mi papá tiene las plantas del pie suavecitas: las mías son durísimas –andar en pata no es gratis para la coquetería- y no sé por qué estoy convencida de que no me va a doler tanto. Con un ay y un la reconcha de la lora sobrellevo las dos puntadas. Se va la doctora que me trata de usted y las enfermeras se ponen diligentes para limpiarme y vendarme.
Qué te pasó?
Estaba limpiando la cocina y…
Y no me dejan terminar, ay, dicen y como que me siento mimada porque además las señoras son gordas.
Ahora me están por poner la antitetánica –va en el traste en dos tandas- y la chica es simpática, entonces nos ponemos a hablar y le cuento que hace unas semanas me abrí la frente con la heladera. (Nada grosso, me quedó una marquita entre los ojos que además me gusta)
A veces uno está predispuesto a los accidentes, me psicologiza. Me callo. Prefiero que piense que soy una pirucha, si le cuento que me golpeé la frente a causa de lo exuberante de mis carcajadas va a pensar que soy una pelotuda y siempre prefiero lo primero.
Después el accidente viene a vos: buscar un papel y tener que maniobrar lo que siempre es automático: ir al médico para que certifiquen lo que vos certificás con el cuerpo que se resiente; sentirte un boludo, que es lo más molesto. En fin, ahora estoy liberando la casa de accidentabilidades. Cuídense.
martes, 11 de noviembre de 2008
irrumpió el accidente
No se compren ceniceros de vidrio que a veces terminan en el talón de uno. Nos vemos en unos días, en casita no hay internet.
PD: el talón sangra de una manera espeluznante, y la antitetánica sale carísima.
PD: el talón sangra de una manera espeluznante, y la antitetánica sale carísima.
viernes, 7 de noviembre de 2008
términos
La falta de paquetitos de mayonesa era el tema del almuerzo. No hace mucho en el laburo teníamos una reserva importante, pero nos dejaron de traer con las comidas.
-Sí, a mí el que me trajo la comida me dijo que no tenía -Acoté. Chupala, me dijo.
A una compañera se le abrieron los ojos enormes.
-Qué??????????
-No, o sea, me dijo que no tenía mayonesa.
Y después hubo como un cotorreo generalizado.
Quedé como un pollito aleteando.
-Sí, a mí el que me trajo la comida me dijo que no tenía -Acoté. Chupala, me dijo.
A una compañera se le abrieron los ojos enormes.
-Qué??????????
-No, o sea, me dijo que no tenía mayonesa.
Y después hubo como un cotorreo generalizado.
Quedé como un pollito aleteando.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
filosofía SMS
En mi celular hay un mensaje de texto de mi viejo que podría resumir mucho de nuestra relación.
Dice lo siguiente: "Viste? Era así nomás!"
Dice lo siguiente: "Viste? Era así nomás!"
ya tengo mañas de vieja
-¿Que querés que te regale para tu cumpleaños?- Me dijo mi hermano.
-¡¡¡Ayyyyy nooooo cómo se te ocurre!!! ¡¡¡Cómo me vas a preguntar eso!!!- Le dije, con mucho aspamento e indignación.
A los dos días se me prendió la lamparita, dejé de lado la dignidad y poniéndome colorada le mandé un mensajito: "Un mate y un termo para traerme al trabajo" Y para no quedar tan como el orto le puse también "Vos preguntaste". De todos modos creo que esa mención no me ablandó la cara de piedra, más bien la endureció.
Cuestión que mi hermano se apareció con esos termos que salen caros, esos termos que yo siempre creí que iba a mirar con la ñata contra el vidrio. Y un mate polentoso, que sea como sea viste cómo es cuando te regalan un mate, que tiene esa cosa afectiva... Cuestión que ahora estoy en el laburo acompañada del termo viejo que estaba en casa. Y me compré un mate de latita horrible. Cómo odio ser tan sentimental. Eso sí, un souvenir no me lo guardo ni en pedo, tampoco se vayan a creer.
-¡¡¡Ayyyyy nooooo cómo se te ocurre!!! ¡¡¡Cómo me vas a preguntar eso!!!- Le dije, con mucho aspamento e indignación.
A los dos días se me prendió la lamparita, dejé de lado la dignidad y poniéndome colorada le mandé un mensajito: "Un mate y un termo para traerme al trabajo" Y para no quedar tan como el orto le puse también "Vos preguntaste". De todos modos creo que esa mención no me ablandó la cara de piedra, más bien la endureció.
Cuestión que mi hermano se apareció con esos termos que salen caros, esos termos que yo siempre creí que iba a mirar con la ñata contra el vidrio. Y un mate polentoso, que sea como sea viste cómo es cuando te regalan un mate, que tiene esa cosa afectiva... Cuestión que ahora estoy en el laburo acompañada del termo viejo que estaba en casa. Y me compré un mate de latita horrible. Cómo odio ser tan sentimental. Eso sí, un souvenir no me lo guardo ni en pedo, tampoco se vayan a creer.
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