Yo sé que perdí el equilibrio, que durante la caída tiré el cenicero que estaba apoyado en una pared chiquita de la cocina y que mi talón se encontró de frente march con un vidrio, vidrio gruesito de cenicero.
Durante el tropiezo di un gritito. A los segundos apareció mi amado y me dijo
Estás bien?
El había tardado en llegar y me pareció que eso le quitaba gravedad al asunto.
Sí, le dije.
Yo, que soy cobardona, que si veo sangre tengo arcadas, que no puedo ver una película de terror completa, me acuerdo en ese momento de una vez que a mi papá se le cayó un cuchillo de punta entre el dedo gordo del pie y el de al lado. Le salía sangre como un chorrito a presión y mi mamá se descompuso y él decía que no era nada, que no sea boluda, que me agarré un vaso y por eso sangra así.
Yo me acuerdo de eso y le digo que no es nada, pero ya tengo el pie caliente de sangre y en la cocina se hace un charco. Y la cocina es chiquita y me quedo mirando la sangre que parece tanta en un lugar minúsculo y él me saca de ahí y me pone una gasa con alcohol y le digo que no para de sangrar y me dice pero tapalo, hacé que se corte y yo estoy convencida de que eso no debe poder hacerse y pese a todo no me descompongo y pienso en eso –que no me descompongo, qué extraño.
Me convence de ir a la salita. No sé si me convence él o esa cosita –como la punta de un grano duro- que asoma de la herida. Tengo miedo de que me haya quedado algo adentro. Mientras tanto él se precipita a limpiar la sangre de la cocina y yo hago otro charquito en el living.
Vienen a buscarnos y ya no sangra.
La salita es linda, eso pienso cuando llego. La médica me habla de usted y parece apurada. algo inexplicable porque el lugar está desolado. Me mira el pie y dice lo que no quiero: hay que coserme. Nunca me cosieron. Me hacen acostar boca abajo, levanto el pie.
Ahora va a sentir un ardor, anuncia, y no sé por qué percibo que me miente. No es miedo; es como oler que me mintió. Si me hubiera dicho te va a doler un poco porque te voy a meter una aguja en la herida, yo no hubiera dado ese grito tan animal, como sólo pensé que iba a gritar en parto.
Me sostienen mucho más fuerte y lo peor, me dan la parte de la anestesia que no había entrado. Farfullo algo así como escandalosa, y espero la aguja con calma. Mi papá tiene las plantas del pie suavecitas: las mías son durísimas –andar en pata no es gratis para la coquetería- y no sé por qué estoy convencida de que no me va a doler tanto. Con un ay y un la reconcha de la lora sobrellevo las dos puntadas. Se va la doctora que me trata de usted y las enfermeras se ponen diligentes para limpiarme y vendarme.
Qué te pasó?
Estaba limpiando la cocina y…
Y no me dejan terminar, ay, dicen y como que me siento mimada porque además las señoras son gordas.
Ahora me están por poner la antitetánica –va en el traste en dos tandas- y la chica es simpática, entonces nos ponemos a hablar y le cuento que hace unas semanas me abrí la frente con la heladera. (Nada grosso, me quedó una marquita entre los ojos que además me gusta)
A veces uno está predispuesto a los accidentes, me psicologiza. Me callo. Prefiero que piense que soy una pirucha, si le cuento que me golpeé la frente a causa de lo exuberante de mis carcajadas va a pensar que soy una pelotuda y siempre prefiero lo primero.
Después el accidente viene a vos: buscar un papel y tener que maniobrar lo que siempre es automático: ir al médico para que certifiquen lo que vos certificás con el cuerpo que se resiente; sentirte un boludo, que es lo más molesto. En fin, ahora estoy liberando la casa de accidentabilidades. Cuídense.
martes, 18 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Quichi, soy impresionable, me bajó la presión.
Nah, era chiste. Fuera de joda. tené cuidado. Supongo que estás en tu casa, sin siquiera asomarte al laburo.
beso, mejorate.
A
Acabo de releer el post y creo que -efectivamente- es un poco asqueroso. Esto me pasó el sábado 8,a la semana me sacaron los puntos y ya volví al ruedo. Pica bastante, pero ya se ve mucho mejor y no duele. Mi hermana me dice que eso pasa por no comprar ARMADURA CON BORCEGOS. Tengo fama de torpe, como verás
Che, me alegro de que ya estés mejor... parece que más que una casa eso es una colección de trampas y la verdad es que no la recuerdo así.
Cuidate... y qué raro es enterarse de estas cosas por este medio. En fin, seguro eso dice más cosas de mí que de vos. Por cierto, muy bueno el relato.
menos mal que no le paso a tu papa que tiene los pies blanditos jaajaja me alegro q estes bien manita. Y QUE BUENO ES VOLVER A LEER A LA VERDADERA QUICHI!!! UN ABRAZO
Quichi, casi me dejas huerfano? el relato es tan directo, pero me dio pena pensando que eras vos. lo bueno que estas mejor, beso grande y como diria mi abuela "chicos, no hagan esas cosas"
Clark, yo creo que habla de los dos, en todo caso. Estoy más aislada que una empanada en el freezer, posta-posta. Creo que últimamente recibo más comentarios por acá que en la vida real, y eso que este es un blog sin muchos comentarios que digamos.
RH: tomo nota de los reclamos aunque ponga cara de rabanito...
Doc, tu blog vuela solo desde el primer minuto. Viste esto? http://fotologadolescente.blogspot.com/2008/11/penal-viatri.html
¿Y a quien le puede importar lo que te pasó?
Publicar un comentario